sábado, 30 de noviembre de 2013

Canción II: A la orilla de la chimenea


Posiblemente sea la canción que más veces he llorado. Corría febrero de 2010 y yo andaba sumido en el desánimo y el hastío, todavía dolía el "no puede ser" de aquel chico al que tanto había amado y por el que todavía seguía enamorado desde el verano de 2009.

Fue en aquel momento cuando regresó en mi ayuda este tema de Joaquín Sabina con intención de sanar. Realmente conocía la canción desde 2008 y ya entonces me transmitía paz y me obligaba a escucharla una y otra vez. De hecho, todavía hoy me ocurre. Recuerdo que en el verano de 2008, recién salido del armario, la escuché durante horas en mi móvil, mientras me introducía cada vez más entre las olas del mar de Marina d'Or. Aun a riesgo de que el agua salada vomitase en el aparato, una fuerza inexplicable me hacía adentrarme más y más en el agua, como si aquella canción sonase a canto de sirena. Desde entonces, 'A la orilla de la chimenea' ha sido un clásico en mi repertorio. Sin embargo, como decía al principio, el tema cobró sentido en 2010, mientras me hallaba postrado en la cama de un hotel en Turquía.

Era febrero y mi promoción había elegido el país otomano como destino para el Viaje de Fin de Carrera. Recuerdo que las comidas pesadas y mi insaciable gula me habían dejado el estómago hecho trizas, por eso aquella noche decidí quedarme tirado en la cama de la habitación que compartía, cómo no, con mi inseparable amigo Jesús. Estando solo en aquel lugar extraño con dolor de tripa, comencé a pensar en aquel chico y me sentí pequeño y desamparado.

Entonces, no recuerdo muy bien cómo, sonó aquella canción en mi móvil y Sabina susurró la frase definitiva: "toma mi dirección, cuando te hartes me amores baratos de un rato, me llamas". Aquella frase reflejaba a la perfección mi situación sentimental, sacándome del letargo y haciéndome sentir digno y fuerte ante el rechazo de aquel niño muerto de miedo. Aunque el sentimiento no duró mucho ni fue excesivamente constante, desde entonces no dejé de entonar aquel himno verso a verso. Todavía hoy en día la recuerdo de memoria y me gusta cantarla.

He de decir que, lejos de lo que yo jamás pude creer, las Navidades de 2011 aquel chico se hartó de amores baratos y buscó mi dirección. Sin embargo, yo ya andaba con mi pareja. Fue difícil y fue duro tomar una decisión, pero el nuevo amor prevaleció frente al antiguo y de aquello sólo quedó esta canción. Bueno, realmente quedaron muchas más que iré añadiendo a la lista de mis "25 años en 100 canciones". Pero eso ya supone contar nuevas historias que iré tejiendo más adelante hasta dar forma a la prenda musical de mi vida. 


Toma mi dirección, cuando te hartes de amores baratos de un rato, me llamas.

jueves, 13 de junio de 2013

Cápsula de Cianuro III


La vida es eso que pasa - Anónimo.

La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas.
Jack Kerouac

sábado, 13 de abril de 2013

Cápsula de Cianuro II

Campos ordenados por pureza - Anónimo.

Amueblando mi cabeza antes de iniciar la meditación filosófica de la Contradicción.

10 estrategias de manipulación mediática - Noam Chomsky.

 Lástima de aquellos que menosprecien la filosofía pues nunca transformarán el mundo.


Los piropos de los grandes pensadores [Humor].

miércoles, 13 de marzo de 2013

Canción I: Canción del pirata Alcachofo


Mientras se va gestando la primera entrada de la Teoría de la Contradicción, hago realidad un propósito que llevo tiempo deseando cumplir. Después de 25 años años de vida, son muchas las canciones que me han acompañado a lo largo del tiempo. Por ello, me he propuesto hacer una lista de las 100 canciones de mi vida o, al menos, las canciones de mi primer cuarto de siglo. Quizás no estén todas, ni en el orden en el que las conocí, ni organizadas por grado de preferencia, pero espero que sea una lista completa de las 100 canciones que, por una razón u otra, han ido marcando todas las etapas de mi vida.

Que yo recuerde, la primera canción que me marcó, en mi más tierna infancia, fue la Canción del pirata Alcachofo, de la serie "Los Fruittis". Recuerdo que mis padres me regalaron unos walkman negros y una cinta blanca con los mejores temas de esta gran serie emitida en TVE

Oyendo la cinta, descubrí la Canción del pirata Alcachofo y me sentí rápidamente identificado. De pronto, me imaginé en las carnes (o en las alcachofas) de este personaje malvado y no pude parar de cantarla una y otra vez. Estaba conociendo la sensación de poder y prestigio que otorga la maldad, una sensación que me gustaba y que pronto hice mía. Quería ser como aquel pirata, conquistar lo que desease y que todos me temieran y respetaran. Por primera vez, una canción me marcó, definiendo pequeños rasgos imperceptibles de mi personalidad, que aún arrastro hoy en día, pero de los que disertaré más adelante.

De momento, aquí dejo la Canción I de mis "25 años en 100 canciones".

Soy Alcachofo, pata de palo, soy el pirata, el pirata más malo.